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Blog de la Dra. Marta de Prado García

Unidos contra la violencia machista: indicadores de violencia

Unidos contra la violencia machista: indicadores de violencia

Hay algunos indicadores muy fáciles de detectar cuando hablamos de violencia machista; sin embargo, la mayor parte de ellos son sutiles, casi invisibles incluso para las propias víctimas. Ellas sufren de una invasión lenta, que poco a poco aborda cada aspecto de su vida.

Cuando pensamos en violencia machista podemos focalizarnos en aquellos aspectos más visibles y fáciles de detectar como son los de la violencia física o sexual. En ellos el cuerpo habla y la sensación que tiene la víctima puede ser de mayor credibilidad por parte del entorno que cuando no queda “marca física” del daño sufrido. Este daño lo muestran los empujones, zarandeos, golpes, puñetazos, agresiones sexuales… y en el peor de los casos, el asesinato.

contra la violencia machistaOcurre que podemos hablar de otros tres tipos de violencia, esa que quizás es más invisible pero que genera un daño persistente en el tiempo que también necesita acompañamiento psicoterapéutico: la violencia psicológica, la violencia económica y la violencia social.

En la violencia psicológica se busca la destrucción psíquica de la víctima, que pierde su autoestima y su sensación de poder hacerse cargo de su propia vida y, en el caso de tener hijos, tampoco de la de ellos. El agresor habitualmente basa esta violencia en desaprobaciones, humillaciones y críticas corrosivas. Es habitual que culpe a la mujer de sus conductas violentas, rompa objetos de especial valor para ella, maltrate a sus animales o la intimide físicamente. En el caso de que tengan hijos puede hacer uso de ellos para presionarla; así como descalificarla delante de ellos con la consecuente pérdida de respeto de éstos y el maltrato a la función materna. La relación que sufre este tipo de violencia está cargada de amenazas, acusaciones, el agresor subestima o ridiculiza las opiniones de la mujer o la niña sus opiniones, aspecto, pueden impedirle hablar, opinar, preguntar... así como exigirle una relación pormenorizada de sus actos.

Cuando hablamos de violencia social, se tiene por objeto el aislamiento social de la mujer o niña. La forma que tiene de hacerlo el perpetrador será desde el control de contactos con el “exterior” (conversaciones, redes sociales, etc.), control de entradas y salidas de casa, se pueden dar insultos ante terceros que hacen que la víctima decida que no quiere tener contacto con gente externa a la relación, dándose el alejamiento de sus amistades, vecinos y familia hasta que deja de verlos.

En relación con la violencia económica, el objetivo será que la víctima dependa económicamente del perpetrador. Ellos no siempre son los proveedores económicos en la familia; sin embargo, incluso en esas circunstancias consiguen hacer sentir a la víctima dependiente de él. Algunos ejemplos de cómo lo consigue es controlando el dinero que ingresa y cómo lo gasta, puede asignarle una cantidad de dinero de gasto para la semana, controla el acceso a cuentas, domicilia los gastos fijos en la cuenta de ella, así como préstamos, hipotecas, … Si él tiene ingresos, es habitual que no dé explicaciones de estos: ni cuánto gana ni en qué se lo gasta. Es habitual que cuando se da este tipo de violencia, en el caso de que la víctima no trabaje fuera de casa, el agresor no permita a la mujer trabajar o estudiar; de esta manera no podrá escapar.